martes, 25 de marzo de 2008

sábado, 19 de enero de 2008

Andares de muñeca


Se miró en el espejo; frunció el ceño. Era evidente que no le gustaba lo que veía. Un rostro cansado, casi poblado de arrugas. Los años no pasaban en vano pero la cosa carecería de importancia si tuviese la sensación de que cada surco grabado sobre la dermis hablase de una vida exprimida al máximo.
Como toda persona criada en un pueblo entre los años cincuenta y sesenta, Pilar había pasado una juventud entre paseos acompañada de las amigas y bailes sin otra perspectiva que la de casarse y tener hijos, que ella muchas veces añoraba.
Los largos paseos por el malecón ayudaban a mitigar tanto desencanto para una mujer que no sentía ni padecía excepto si no era con el tacto intacto de su fiel compañero Ganímedes. A sus espaldas estaba el haber aplastado mil y una revoluciones que con el paso del tiempo se hacían más insignificantes. Adorada por muchos y denostada por algunos otros, miraba a la vida con ojos pequeños; no quería cambiar de táctica ya que podía traerle consecuencias nefastas. Ante los infortunios solía expresarse con una máxima: a quién Dios se la dé, San Pedro se la bendiga. También solía decir “una de cal y otra de arena” que para ella sería algo parecido pero de una manera más tosca. Cuando caminaba llegaba un momento que los pies se le iban solos, entraba en una especie de trance, que le hacía olvidar todo por cierto tiempo. Miraba al mar y eso le reconfortaba. Viendo las olas ir y venir y a los niños jugar en medio de la plazoleta añeja y gris. Sentada en un pequeño muro, jugaba con los pies moviéndolos hacia delante y atrás poco a poco, mientras apoyaba las manos en la piedra fría del muro. Quería reír, pero también llorar, y ya no sabía cual sería la opción adecuada. Agachaba la cabeza mirándose los dedos de los pies y mordiéndose la uñas mientras pensaba que haría.
A veces odiaba tanta placidez. Consideraba que la bella imagen del mar le alejaba de toda la rudeza de su vida luchadora. No relacionaba apenas a la mujer madura que paseaba con su perro labrador con la niña que respondía a sus padres o que hizo comprender a su marido que ella no era una muñeca. Ese carácter luchador e inconformista no casaba con esa serenidad conseguida con el tiempo. Sin embargo ese sosiego era sólo el asiento de la euforia. Una claridad mental nacida de muchos tropiezos y errores, de muchas querellas y trampas. Como podía haberse dejado llevar por lo que le rodeaba, por los que le rodeaban, en vez de haber sido fiel a si misma, a sus valores y principios. Pilarina, se decía, no te arrepientas, también hubo mucho bueno. Mereció la pena y aun no es tarde. El que uno descanse no significa que esté dormido e impasible a lo que sucede a su alrededor.
La imagen de el a lo lejos, caminando cabizbajo y con paso lento le ayudo a tomar la decisión. Ese verano volvería, de la mano de él o del destino. Tenía que volver a ver su imagen reflejada en aquellos ojos cansados y gemelos que tanto añoraba. Solo ella le podría recordar que el tiempo existe si lo utilizas. Corrió hacia el y lo abrazo muy fuerte. “¿sabes?, los abrazos nunca sobran, y hoy quiero que me des muchos” Siguieron paseando, cogidos de la mano, las mismas manos entrelazadas que se unieron hace ya 25 años. El silencio entre ellos y la brisa alrededor. El supo que era una despedida y sonrió. Había sido afortunado de tenerla tanto tiempo a su lado, daba gracias de haber compartido infortunios y alegrías. No podía juzgarlo, el era él también gracias a ella.
Ahora era él el que la observaba en la lejanía, que andares de niña impaciente, que movimiento de caderas de mujerona del malecón. Tras de si dejaba una pequeña e invisible estela de recuerdos, pedazos de Pilar que el recogería encantado para comenzar un nuevo puzzle.

jueves, 5 de julio de 2007

EL JUEGO DE LOS RECUERDOS

Me gustaría contarte cientos, miles de cosas que te enseñasen un mundo diferente. Con el paso de los años he ido recreando una vida en común pero sólo con la imaginación. A decir verdad, siempre era yo la perdedora y tú el que te llevabas el gato al agua. Nunca pude imaginarte desnudo a través de las sombras pero tiene su gracia que ahora que te tengo enfrente, me recuerdas a un ser indefenso, como sumergido en un MODEM al que se debe activar por medio de señales. Dime todo lo que quieras pero nunca me permitas rendirme porque, de lo contrario, seré yo quien anide en tu mente alimentada por un mandato supremo. Hace una década que ando buscando un sitio en que nadie se lleve mis medallas y que la gente que quiero, no me abandone. Sé que a veces, soy algo dramática, pero las circunstancias no han sido muy halagüeñas para mí últimamente. La vida a veces no es justa, pero eso no quiere decir, que no me cabree. La única opción que he creído que pudiera ayudarme, es ver si en el mundo virtual, puedo ganar de una vez por todas. Me da satisfacción pensar, que hasta la persona mas fuerte, llega un momento en su vida que también esta perdida y que no da por hecho que lo tiene todo sabido. Los mayores fracasos de mi vida los he llevado fuera de esta carcasa de plástico y circuitos, pero aun así, no quiero cambiar toda mi vida real, solo necesito un poco más de ánimo, de fuerza para olvidar de una vez el lugar de donde escapé.

Me condenas porque siempre has sabido qué hacer, nunca has tenido suficientes dudas para no dejar de hacer algo que desearas. Siento decirlo de esta manera, pero creo que te has aprovechado de mí. Actuaste de una manera amable, correcta, tibio… Aún así no puedo llegar a odiarte, aunque tendría miles de razones. Me elaboraste como un compañero perfecto, perfecto para tus necesidades, para combinar a la perfección con tu vida…

No puedo reprocharte. La ira no entra dentro de mis planes. He decidido no odiarte, ni a ti ni a nadie, es una deuda que tengo con mi felicidad. Pero eso no quiere decir que no vaya a utilizar este aparato sin vida para llevarme la revancha. Vas a permitirme mostrarte ese ser que nunca quisiste conocer, que te dio igual disfrutarlo y además lo desechaste. Ahora no te pregunto si quieres, tienes que querer por que sino no vas a poder seguir respirando y durmiendo alegremente. He decidido, y lo llevo pensando, sabe Dios cuanto tiempo, que voy a hacer uso de este medio informático que tanto nos separó, para gritarte sin levantar mi voz, solo con mis manos, sin lugar a replicas, y decirte, decir a tu mundo, que la gente no se diseña a “gusto del consumidor”. Que a veces los experimentos salen mal, y el tuyo fue un error. El que no te odiara cuando pretendías que lo hiciese, el que fuera yo la que decidió no abandonar, te regaló un tiempo del que yo carezco ahora y por ello temo inundarte de mi dolor. No pretendo juzgarte, yo no soy como tú. Deseo reencontrarme, aunque sea en esa pantalla de tu habitación o tu cutre laboratorio. Hazme un favor, a partir de hoy no leas, vive, huele, recuerda y siente lo que se te presenta solo así podrás devolverme parte de lo que perdí en el camino. Te propongo un juego: el juego de los recuerdos. Yo te los regalo, te los entrego, te los presento, sin envolturas, tu haz con ellos lo que sientas, pero tomate tu tiempo. Eso si no me preguntes que hacer tras leer y releer, yo solo te los “recuerdo”.

Podría comenzar con el primer mail lleno de indecisión que recibí aquella tarde de invierno. Revolvías cosas en mí que pensé ya tenia asentadas y adheridas a mis entrañas. Por que no me negaría a involucrarme en vez de hacerlo mío y meterme en ese circulo del cual estoy intentando encontrarle una salida. En vez de aceptaciones comenzaste, con esa actitud de ser superior, a crear una dependencia. A partir de ahora mi saludo será: “recuerdas…” porque por una vez me gustaría sacarte de esa actitud distante, rebajarte al dolor como cualquier simple mortal. Quiero que por una vez te veas obligado a parar tu carrera vertiginosa, triunfal de conquistador impenitente que sólo vive para satisfacer sus deseos y comprendas lo que tantas veces te dije y tú siempre descartaste con esa sonrisa condescendiente y cínica: Los recuerdos son un arma de doble filo, que pueden atravesar las entrañas.
Ya te digo podría comenzar con aquel primer mail, pero he decidido dejarte estas líneas que poco a poco he ido desgranando a ratos perdidos porque aunque no te odie, quiero hacerte compartir la desazón, la angustia de haberlo dado todo y quedar con las manos vacías. Así que adiós y hasta el próximo mail querido y…
RECUERDA

miércoles, 27 de junio de 2007

Tiempo lento

TIEMPO LENTO
Tiempo lento, horas lentas;
Aquí, el reloj, parece haberse dormido
Mientras espero la noche;
El momento de verte.

Cielo gris en la ventana,
Lluvia incesante que se estrella
Blandamente contra el suelo.
En mi cabeza, los pensamientos
Se van amontonando
A una velocidad de vértigo:

Dudas, miedos...
¿Hasta dónde llegaremos?
¡A veces te veo tan lejos!

Tiempo lento, horas lentas y torturadoras
Las venas duermen, el cerebro, vela.

Luz de Mediodía

LUZ DE MEDIODIA
Verano...
Tan deseado; tan temido.
Días plácidos, largos como espaguetis.
Sopor tóxico a la caza del vuelo
De las mariposas.
Las barcas meciéndose sobre la mar
Azul se entremezclan con la huerta seca

Verano:
Tiempo bendecido y a la vez maldito,
Cenit del año; tan deseado, tan temido


Un enjambre zumbón de moscardones
Turba mi letargo